Se fue Mario Benedetti


El escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti murió ayer domingo en su domicilio de Montevideo a los 88 años, a 11 días de haber recibido el alta médica por una enfermedad intestinal crónica, según informaron familiares y amigos.

“Se nos ha ido un referente, no sólo de la literatura sino de nuestra identidad, y por sobre todas las cosas un gran hombre y un gran amigo”, subrayó Mauricio Rosencof, escritor y amigo personal de Benedetti.

El uruguayo, integrante de la denominada “Generación del 45”, editó en septiembre pasado “Testigo de uno mismo” y antes de su internación trabajaba en un libro de poesía: “Biografía para encontrarme”.

Raúl Vilchis MEDIOTIEMPO Ciudad de México, lunes 18 de Mayo.- La noticia de su desaparición se convirtió en un lugar común en el Messenger y Facebook. Mario Benedetti murió hoy a los 88 años. El poeta, ensayista, novelista y cuentista, quien nunca eludió en su obra el compromiso político en contra de las dictaduras del sur, la suya, la uruguaya, que le persiguió a muerte, también incorporó el balón a su mundo literario.
Desde luego que un escritor tan abundante, al que un sueño, una pesadilla, un pasaje, una flor y una anécdota servían para hacer del poema, o un cuento, una obra maestra, también hizo lo mismo con el futbol, del que escribió un primer cuento, "Puntero Izquierdo", publicado en un libro de cuentos llamados Montevideanos en 1954, y un segundo, "El Césped", treinta y seis años después.
De "El Césped" que apareció en México en la primera Antología de Cuentos de Futbol que editó Jorge Valdano, Benedetti encuentra en el campo de juego un pretexto, no más, para contar algo, algo que debe contarse porque sucede con asombrosa ocurrencia aunque lo asombroso es que nadie se haya percatado de su existencia, aunque los fantasmas, las posesiones de almas y los monstruos no existan más que para quienes los han visto o padecido en el terreno de juego.
“El césped. Desde la tribuna, es un tapete verde. Liso, rectangular, aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizás, crean que, con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de ballet. Quien es derrumbado, cae seguramente en un colchón de plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto forma parte de una pantomima mayor. Además cobran mucho dinero por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol decisivo. O no decisivo es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos, cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas", escribió.
En "El césped", Bendetti también añora el pasado, como añora constantemente el amor y la alegría en su obra poética…
"Recuerdo borroso de una época en que había un centre-half y un centre-forward, cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el juego en serio y no jugando a jugar, como ahora ¿no? El espectador veterano sabe que cuando el fútbol se convirtió en balompié y la ball en pelota y el centre-forward en alma en pena, todo se vino abajo, y esa es la explicación de que muchos lleven al estadio sus radios o transistores, ya que al menos quines relatan el partido ponen un poco de emoción en las jugadas estupendas que imaginan".
Benedetti expone de forma diáfana y precisa la cara más positiva del futbol. Más allá de la fantasía, lo que predomina en "El Césped" es la realidad cotidiana y el sentimiento humano de un jugador que debido a circunstancias extrafutbolísticas, termina acatando el dictamen de su conciencia.
"Nunca se lo he confesado a nadie, dijo Benja pocos días más tarde mientras desayunaban en la cocina, pero a vos quiero contártelo. Tengo sueños, ¿sabes? Todos tenemos, dijo Ale. Sí, pero los míos son sueños de fútbol. Qué romántico, dijo ella riendo. No te burles, contigo no necesito soñar porque sueño despierto. Sueño que estoy en la cancha, pero no con mis compañeros de hoy. Estoy con Nazassi, Obdulio, Atilio García, Piendibeni, Gambetta, el Vasco Cea, Schiaffino, Petrone, Lis Ernesto Castro, Abbadie y gente así, de distintas épocas, todo entreverado."
El "Puntero Izquierdo" y "El Césped", componen el universo benedettiano sobre el futbol y sobre ese metafísico argot del único juego que se practica con los pies, además que justifican la idea de que el futbol no es como la vida, es la vida misma reducida a un rectángulo de 110 metros por 90.
Bendetti a quien hoy el mundo rendirá tributo por sus palabras, no fue un fanático del futbol, fue una víctima suya, lo padeció, lo sufrió, lo exaltó, lo disfrutó, lo devoró con la misma devoción con la que otros comen pan bendito. Hay algo en el futbol, algo, algo, y no está en los jugadores sino en el juego mismo escribió en una carta alguna vez el poeta.

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